jueves, 1 de octubre de 2009

La putrefacción de la prensa deportiva




En estas temporadas que estamos pasando y en la actual la actitud de la prensa deportiva ha ido degenerando hasta tal punto que he decidido publicar este post para dar mi visión de ello.

La prensa escrita hace ya mucho tiempo dejo de ser ese reducto de imparcialidad e objetividad dentro del mundo del deporte que hacía años había abandonado las emisorias de radio y que poco a poco dejaba de aparecer en las retransmisiones deportivas. Lo que al principio eran análisis más benévolos con el equipo identificado con la editorial y más quisquillosos con el rival de la ciudad contraria pero justos y veraces, donde cada diario reclamaba por lo suyo, es decir por lo del equipo al que defendían, sin mirar en casa del vecino ha dejado paso a una ofensiva brutal liderada por los directores de cada medio y apoyada por sus articulistas como los soldados que disparan siguiendo la orden de su capitán que consiste en desprestigiar al rival y ensalzar a los propios, sacrificando en su camino la verdad,la información, el realismo y lo lo que yo entiendo como periodismo.

Entiendo que cada diario exponga la información para ganarse a sus lectores dirigiendola para cules o para merengues según interese. Pero luego no valen las excusas de que la prensa deportiva es generalista y trata a todos por igual. Por no decir al resto de deportes que no se llamen fútbol. Los periódicos se han vendido a los equipos y trabajan para ellos. Adulan a sus jugadores y critican a los rivales. No hay críticas a sus dirigentes ni a sus sistemas a no ser que ya no convengan, entonces se lanza toda la artillería propagandística para echarlos y poner así a alguién que no les haga callar sino que les anima a seguir derramando gasolina sobre el fuego.

Campañas como el villarato me parecen impropias del periodismo de este país y de cualquier otro. Críticar la labor arbitral, día sí día también, señalando los errores que han favorecido al rival de tu equipo pero obviando áquellos que le han perjudicado, presionando con artículos diariamente a los árbitros dudando de su actitud profesional; son humanos y se equivocan pero solo cuando es tu equipo el beneficiado y no el contrario. Entonces se convierten en fallos normales de personas que no pueden controlarlo todo. Tergiversar la verdad en los artículos mediante la manipulación, exponiendo los argumentos que más encajan con las teorías de la editorial, pero ocultando áquellos que la desmoronan; demonizar al enemigo, descalificando cualquier cosa que haga, sea buena o mejor, desprestigiando sus victorias y aumentando sus derrotas para tapar las del propio equipo o para saborear mejor los triunfos. Inaceptable.

Ni la prensa de Barcelona, con sus pataletas acomplejadas, siempre mirando a la capital más que al Camp Nou, sometiendolo todo a un "y yo más, y yo mejor", con el Madrid siempre en la boca para hablar del Barça, un "tu ganas pero yo juego", un envidia centenaria hacia un club blanco que aún no se han logrado quitar de encima, con sus portadas infantiles, de "el mío es más bueno que el tuyo"; ni la prensa de Madrid, con sus villaratos y platinatos, con sus miradas hacia otro lado mientras desmantelan el club para después ser los árduos defensores de la llegada del todopoderoso presidente de ACS, de sus críticas a los árbitros, a las ayudas al Barça, a cofradías del clavo ardiendo, a desprestigiar al rival aunque juegue mejor que tu, a portadas incendiarias y acusatorias, hasta el punto de decir "Liga por decreto", con articulistas que vomitan sus mentiras con tal de apoyar las teorías conspirativas de sus diarios. Nadie a día de hoy se merece el calificativo de periodismo deportivo en este país.

Porque el periodismo deportivo, áquel que se enseña como una rama del periodismo general enfocado hacia el mundo del deporte, está reducido a unos pocos que resisten con sus columnas en los diarios sin seguir el hilo oficial marcado por sus directores y en los blogs, donde creo que comienza a surgir el verdadero periodismo: dedicado a informar objetivamente de los hechos, con veracidad y sin hipocresía para hacer llegar al lector la imagen más auténtica de lo acontencido, ilustrado con opiniones serias y demostrables.

Pero es quien compra quien manda y, mientras se venda, el periodismo será olvidado.

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